domingo, 13 de mayo de 2012

Piedras en el camino

Stones in the path 

Los senderos de las hormigas han llamado la atención desde la más remota antigüedad. Por supuesto el trasiego, el ir y venir de las hormigas a través de ellos. Pero también, de manera especial, la textura del sendero mismo, su lisura despejada de hierbas o piedras en contraste con las zonas aledañas. 
Plinio, en el siglo I, dejó constancia de ello en su Historia Natural
Vemos desgastadas las piedras que hay en su camino, y senderos abiertos por su trabajo. Que nadie dude, pues, del poder que en cualquier asunto tiene la constancia por pequeña que sea. [Silices itinere earum attritos videmus, et in opere semitam factam, ne quis dubitet qualibet in re quid possit quantulacumque assiduitas]. 

Sendero de Tapinoma nigerrimum

La función de estos senderos llanos y sin obstáculos parece evidente: facilitan la locomoción y el transporte de provisiones, así como la secreción y seguimiento de pistas feromonales. Pero, como en todo fenómeno, caben otras perspectivas. ¿Poseen los senderos características estructurales suficientes para orientar a las hormigas en ausencia de feromonas? ¿Qué estímulos desencadenan en las obreras la retirada de los objetos interpuestos en el camino? Dicha actividad ¿la realiza cualquier obrera o sólo un grupo con dedicación exclusiva? Preguntas en el aire que esperan respuesta.
*****
La curiosidad me ha llevado a realizar una estimación aproximada del número de piedras retiradas por las hormigas –a lo largo de varias semanas– para formar el largo sendero de 20 metros cuya fotografía puse al comienzo de la entrada anterior. Primeramente, he medido la anchura media del sendero: 2.5 cm. Después he delimitado un rectángulo de terreno pedregoso, cercano al sendero, de 10 x 2.5 cm (esto es, un tramo equivalente a 10 cm de sendero, pero con piedras).


La diferente textura del sendero, alisado y libre de piedras, en contraste con el terreno circundante pedregoso, queda patente en las siguientes dos imágenes recortadas de una misma fotografía, por tanto a la misma escala: 


Sobre la fotografía del rectángulo de terreno pedregoso he superpuesto una cuadrícula con 256 cuadrados pequeños. A continuación he seleccionado tres cuadrados mayores (perfilados en amarillo) conteniendo cada uno 16 cuadrados pequeños: 


De esta forma he obtenido tres muestras: (M-1) con piedras grandes, (M-2) con piedras medianas y (M-3) con piedras pequeñas: 


Para contar las piedras contenidas en cada muestra he utilizado el programa ImageJ (http://rsbweb.nih.gov/ij/). Primero abrimos la imagen haciendo clic en File>Open. Después activamos la herramienta Selección de puntos (flecha roja) y vamos haciendo clic en cada piedra de la imagen (manteniendo pulsada la tecla “Alt”). Finalmente, hacemos clic en Analyze>Measure y obtenemos una ventana de resultados con el número total de piedras marcadas. 


Estos fueron los resultados para las tres muestras: 54, 91 y 148 piedras, lo que da una media redondeada de 98 piedras por cada cuadrado grande. Puesto que hay 16 cuadrados grandes en el rectángulo (256 cuadrados pequeños / 16 = 16 cuadrados grandes), el rectángulo contendrá, de acuerdo con estos cálculos aproximados, 1568 piedras. Un rectángulo de 1 metro de longitud y 2.5 cm de ancho contendría diez veces más, 15680 piedras, y el de 20 metros y misma anchura 313600 piedras. 
No está mal. Las obreras de Tapinoma nigerrimum han despejado su largo sendero retirando ¡más de 300000 piedras!

  

4 comentarios:

  1. Cuando he empezado a leer esta entrada iba pensando a ver que hubiera hecho yo: rellenar otra vez de piedras un trozo del camino y ver cuanto tardan y como lo hacen para volver a dejarlo despejado. Pero después he visto que había cosas mucho más interesantes que averiguar. Nuestras autopistas (con peaje o sin peaje) no les llegan, ni de lejos, ni a los tarsos de sus patas. ¡Fascinantes tus dos entradas de este mes!

    Saludos,

    Xavier Roig

    ResponderEliminar
  2. Un buen ejemplo de la capacidad de las hormigas para hacer grandes trabajos ante nuestros ojos y que nos pasan inadvertidos, simplemente porque la escala no es la nuestra.

    ResponderEliminar
  3. Pues el sencillo experimento que comentas es el adecuado para saber precisamente cómo y cuándo deciden retirar los objetos del camino. Yo apostaría a que esa tarea la ejecutan sólo ciertas obreras (como sucede, por ejemplo, en el cubrimiento de la miel con objetos por parte de Messor barbarus). Pero, para suerte del observador, el tema es inagotable: así, cabría plantear por qué se forman senderos de determinada anchura y si influye en ello el flujo de hormigas y los contactos entre ellas, o qué importancia tiene la navegación solar cuando se transita por los senderos establecidos, etc.

    Un cordial saludo, Xavier.

    ResponderEliminar
  4. Desde luego, Fernando, una gran diferencia de escala y una constancia legendaria. De ahí, a veces, la dificultad de entender algunos procesos o estructuras en las hormigas, que se nos presentan de golpe como acabados y casi perfectos...

    Saludos

    ResponderEliminar