lunes, 18 de noviembre de 2013

Leptanilla. Breve historia de una larga búsqueda

Leptanilla. Brief history of a long search

En el verano de 2012 recogí numerosos ejemplares de varios morfotipos de machos de Leptanilla que flotaban en unas piscinas ubicadas en el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias de Madrid (INIA). Este año me propuse buscar simultáneamente machos y obreras. Estas últimas constituían un reto singular. Las escasas capturas en España de obreras y reinas de este género se las debemos sobre todo a coleopterólogos especializados en fauna hipogea: Ortuño, Zaballos, Hernando... Pocos mirmecólogos las han visto o colectado en el mundo. Finalmente, la dificultad de encontrar juntos a machos y hembras ha generado una doble taxonomía cuya problemática centenaria sigue vigente.
El reto era, pues, interesante: intentar buscar, en un mismo lugar, las tres castas de varias especies de estas microscópicas hormigas –nómadas, ciegas y subterráneas- que ocupan la base del árbol filogenético de la familia Formicidae. Interesante, sí, pero una auténtica locura…
Con paciencia benedictina y disciplina espartana comencé la búsqueda el 24 de febrero de 2013.


Primeramente estudié los diversos métodos utilizados por los coleopterólogos: trampas subterráneas, lavados de tierra y el sistema de berlese. Tras varias pruebas me decidí por el último: diseñé dos grandes bandejas metálicas de 7 cm de profundidad en cuyo fondo coloqué una malla de 1.3 mm de luz. 



En cada bandeja echaba 20 kg de tierra. Encima ponía bombillas infrarrojas o calentadores de resistencia, y debajo unas bandejas con agua. En 24 horas más del 90 % de los microartrópodos huían del calor, atravesaban la tierra y caían al agua.




Tras 60 días, a razón de 3 berleses semanales, aparecieron las primeras 7 obreras de Leptanilla a 150 metros de las piscinas donde recogía los machos alados. Dos meses después, el 24 de junio, encontré 2 nuevas obreras en una muestra de tierra a 50 metros de las piscinas y a 15 de un arroyo de temporada por entonces seco y muy cercano al río Manzanares.


El terreno estaba en pendiente, facilitando la excavación. Decidí no moverme del lugar y cavar exclusivamente allí. El Director del Centro de Investigaciones Forestales (CIFOR) accedió a dejarme un espacio dentro de uno de los invernaderos cercanos, e inicié entonces un muestreo intensivo a razón de 40 kg de tierra al día distribuidos en dos berleses. Cavaba siempre en un mismo frente de unos 10 metros de largo, a izquierda y derecha y avanzando. Retiraba la vegetación superficial y los primeros cm de tierra, y hundía el azadón a 40 o 50 cm de profundidad.






Todas las mañanas retiraba las bandejas inferiores con agua y las volcaba en botes de plástico. En casa, por la tarde, filtraba el agua (a excepción del poso con arenilla) a través de una fina tela de tul, que ponía bajo la lupa binocular para inspeccionar los microartrópodos depositados.


El agua restante del bote, aproximadamente 1 o 2 cm con arenilla, la volcaba sobre una placa Petri para su observación a la lupa.


Al mismo tiempo, con periodicidad diaria entre el 15 de julio y el 26 de setiembre, acudía a las piscinas cercanas en busca de machos flotando. El método de recogida era visual. Me agachaba sobre el agua con un cartón para evitar reflejos y con un palillo al que atravesaba un pequeño trozo de cartulina blanca y dura que ponía bajo el agua para contrastar los puntos sospechosos de ser machos de Leptanilla. Con la punta del palillo recogía los machos que iba encontrando.


Tras 7 meses, 180 berleses y unos 3600 kg de tierra removida, aparecieron 536 obreras, 3 reinas y una larva estenocéfala de Leptanilla. El ritmo de aparición en las muestras puede verse en la siguiente gráfica.


En los dos meses y medio de búsqueda continuada en las piscinas (salvo una semana a mediados de agosto que estuve ausente) aparecieron 372 machos:


Un primer estudio del material muestra que hay 4 o 5 morfotipos de machos y 3 especies en base a obreras (pendientes de identificación). Las 3 reinas pertenecen a una misma especie y la larva a otra.



Este resultado, obtenido de la excavación sistemática de apenas 100 metros cuadrados de suelo y de la inspección diaria de 4 piscinas de 4 x 2 metros, indica la variedad y abundancia local que puede alcanzar este enigmático género de hormigas. La cercanía de las piscinas a la zona de excavación permitirá, a buen seguro, emparejar taxonómicamente a machos y obreras mediante la secuenciación futura de ADN.



2 comentarios:

  1. Mi más sincera enhorabuena por tus hallazgos, josemari!!
    He dedicado bastante energía a este asunto con lavados de tierra sin ningún resultado. Creo que este año intentaré hacerlo con tu método, a ver qué se cuece en el subsuelo alrededor de Barcelona.
    El vídeo de la obrera de Leptanilla viva me ha dejado hipnotizado...
    Un abrazo.
    Chousas.

    ResponderEliminar
  2. Hombre, Chousas, una alegría verte por aquí, y saber que sigues activo en el mundo de las hormigas. Empecé a verte otra vez por Lamarabunta, y hace poco publicando artículos en el último nº del Iberomyrmex. Hay que felicitarse por ello.
    Recuerdo bien tu hallazgo en Barcelona, hace años, de un macho de Leptanilla cuya fotografía nos sorprendió a todos en Lamarabunta. Esa fotografía la tenía en mente cuando en julio de 2012 se posó un insecto minúsculo sobre el folio que leía en uno de los bancos del arboreto del INIA en Madrid. La confirmación de que se trataba de un macho de Leptanilla desencadenó mi interés y la búsqueda ulterior.

    Cuenta con mi colaboración en lo que necesites.

    Un abrazo y muchas gracias,
    José María

    ResponderEliminar