viernes, 14 de febrero de 2014

Fray García y las hormigas del refectorio

Friar García and the ants of the refectory

Fray García de Salvatierra nació a principios del siglo XVI en Salvatierra de Barros, provincia de Badajoz. Sabemos de su vida por unas pocas páginas que le dedicó Fray Juan de Torquemada en su monumental Monarquía Indiana (Sevilla, 1615).

Portada de la Monarquia Indiana de Fray Juan de Torquemada (edición de 1723) 

Fray García, de padres hidalgos y labradores, quedó pronto huérfano, heredando una hacienda. Así lo describe Fray Juan de Torquemada:
Dotóle Dios de una sincerísima Ánima desde su niñez, con que no tuvo pensamiento de casarse ni aficionarse a las cosas del Mundo, más de vivir llana y simplemente ocupándose en la labor de dicha hacienda que le había quedado, hasta la edad de treinta años.
Llegado a esa edad, decidió tomar los hábitos de la Orden de San Francisco. Tras varios años en conventos españoles realizando labores de portería, fue destinado a Santo Domingo y, finalmente, a México, donde residió hasta su muerte. De su carácter da cuenta el siguiente extracto de la Monarquía Indiana:
Era fray García tan pobre en el uso de las cosas, tan abstinente, humilde, sufrido y mortificado, y tan perfecto en toda virtud, que desde que pasó a estas partes, de todos lo que lo conocieron y conversaron, siempre fue tenido por Hombre Santo, verdadero imitador de N. P. S. Francisco. Acostábase con grande crueldad, y muchas de sus disciplinas hacía en una Ermita de la Huerta del Convento, cuyas paredes y suelo estaban bañadas de Sangre, de la que los azotes derramaba. [...] Entre todas las virtudes que en él resplandecieron, su caridad se señaló más, la cual tenía con todos, y particularmente con los pobres y enfermos. En la Oración y Contemplación era continuo, sin cesar, que nunca Dios se apartaba de su memoria. 
***
Fray García, como queda dicho, tenía fama de santo, y le acontecieron cosas extraordinarias. Una de ellas ocurrió en el viejo convento de San Francisco en Tehuacán. El refectorio del que se encargaba fue invadido por las hormigas, y ningún remedio fue suficiente para deshacerse de ellas… Este es el relato de los hechos:

Cosas maravillosas obró el Señor por medio de este su siervo en diversas ocasiones que se ofrecieron, de las cuales es una, que morando en el pueblo de Tehuacán, que es tierra caliente y hay gran copia de hormigas, eran notablemente molestas al santo fray García en la oficina del refectorio, porque no dejaban cosa que se pudiese comer, según la mucha cantidad que cargaba de ellas sobre cada cosa de lo que allí se ponía.
No pudiendo sufrir esto el siervo de Dios, mandóles por obediencia, con gran sinceridad, que se fuesen y no entrasen más allí, lo cual ellas cumplieron inviolablemente, que aunque llegaban a la puerta de la oficina, ninguna de allí adelante se vio entrar dentro. Esto contó, muchos años antes que fray García muriese, su guardián que a la sazón era en Tehuacán, al padre fray Gerónimo de Mendieta, siendo su guardián en Tlaxcalla, hombre de toda verdad y muy esencial religioso. Y como este milagro era tan notorio, preguntóle después otro su guardián, morando el siervo de Dios en Toluca, cómo había desterrado las hormigas de la oficina de Tehuacán. A lo cual respondió fray García que viéndose afligidísimo por no poder guardar cosa de comer en aquella oficina, un día, con esta aflicción, hizo oración a la gloriosa Santa Ana, pidiéndola fuese intercesora para que se viese libre de aquella plaga; y luego, confiando en Dios, se levantó y mandó a las hormigas se saliesen fuera todas, sin quedar alguna, y no entrasen más allí; y parece que movidas de aquella obediencia se salieron luego todas fuera y nunca más volvieron, aunque llegaban a la puerta y a la ventana. Y que de esto se había de dar la gloria (después de Dios) a la gloriosa Santa Ana.

No he podido por menos que indagar acerca del viejo convento testigo del suceso. Los ruinosos muros que quedaban se vinieron abajo, casi completamente, en un terremoto de 1998. Luis Ramón Castañeda reproduce en su blog dos imágenes y un texto explicativo, referentes al convento, que aparecen en la obra La Fortaleza del Cerro Colorado del arqueólogo Mauricio Gálvez Rosales (2004). Estas son:

Litografía de Tehuacán, en 1780, con el el viejo convento de San Francisco en el centro (AGN, ramo Tierras, Vol. 1058, Exp 2, número de catálogo 915). (En Gálvez Rosales, 2004) 

“El templo consistió en una sola nave rectangular; sus muros tenían un grueso de 1.20 metros de ancho en su base, 1 metro en su parte terminal de arriba, y una altura de unos 12 metros. El largo total en medidas exteriores era de 48.20 metros. En el interior corría un guardapolvo de 0.88 metros de alto pintado de color rojo (según Martínez del Sobral). Se puede apreciar la existencia de dos estanques; uno para cría de peces y otro para baños. También se puede ver que había palmeras adyacentes". (Gálvez Rosales, 2004).

Muro del viejo convento de San Francisco en Tehuacán. (Fot. de Paredes Colín, 1910). (En Gálvez Rosales, 2004) 

A las tres de la tarde, un día del año 1591, falleció en Toluca Fray García de Salvatierra. Poco antes de morir pronunció estas palabras: “Sabe Dios que le he procurado amar desde que le conozco, con continuo pensamiento”.

Referencias:
  • Gálvez Rosales, M. 2004. La Fortaleza del Cerro Colorado de Tehuacán, Puebla. Puebla, Ayuntamiento de Tehuacán.
  • Torquemada, Fray Juan. 1615. Monarchia Indiana. Ed. Mathias Clavijo, Sevilla.

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