martes, 29 de abril de 2014

Leptanilla. Nuevas excavaciones

Leptanilla. New excavations

En marzo comencé a recoger muestras de tierra en Madrid, aunque de manera más pausada y menos sistemática que el año pasado, cuando recolecté 3 especies de Leptanilla en base a obreras, y 4 -quizás 5- en base a machos. El objetivo, más que complicado, es intentar encontrar obreras y reinas de las especies que faltan.
Estas minúsculas hormigas ciegas y subterráneas, raramente recolectadas, guardan innumerables secretos. Un reciente árbol filogenético de la familia Formicidae elaborado mediante comparación de secuencias de ADN (Moreau y Bell, 2013), confirma el carácter ancestral de la subfamilia Leptanillinae, grupo hermano del resto de hormigas existentes. Los autores, curiosamente, reniegan de la hipótesis del origen hipogeo de las hormigas…
Queda mucho por saber de la biología de Leptanilla, y la sistemática de este grupo en España promete nuevos taxones.
El sábado pasado, por la tarde, extraje unos 15 kilos de tierra de un talud cercano al río Manzanares. Coloqué la muestra en un Berlese (una bandeja grande con una malla en el fondo y bombillas infrarrojas encima).


A las 40 horas eché un vistazo rápido a la bandeja inferior con agua donde van cayendo los microartrópodos. No vi ninguna Leptanilla, pero sí Plagiolepis, Pheidole y, sobre todo, Solenopsis. Estas últimas flotaban agrupadas, y las saqué con un trocito de papel. Al mirarlas a la lupa estereoscópica surgió la sorpresa: entre las numerosas Solenopsis, de poco más de 1.5 mm de longitud, había una obrera de Leptanilla sp, aún más pequeña y delgada.
Vivas todavía, las filmé poniendo la cámara del teléfono móvil sobre el ocular de la lupa. La obrera de Leptanilla mostraba dificultad de movimientos, pegándosele a veces las antenas o las patas al sustrato. Nótese en algunas secuencias un extraño comportamiento mencionado por Masuko (1990): las vibraciones de las antenas.
(De vuelta a la bandeja con agua comencé a ver, donde minutos antes no había visto ninguna, varias decenas de obreras de Leptanilla: ¡misterios de la percepción!).


Referencias:
  • Masuko K. 1990. Behavior and ecology of the enigmatic ant Leptanilla japonica Baroni Urbani (Hymenoptera: Formicidae: Leptanillinae). Insectes Sociaux 37: 31-57.
  • Moreau C. S. & Bell C. D. 2013. Testing the museum versus cradle biological diversity hypothesis: Phylogeny, diversification, and ancestral biogeographic range evolution of the ants. Evolution 67(8): 2240-2257.

2 comentarios:

  1. Qué curioso, cómo las solenopsis no atacan a la leptanilla. Muy buen trabajo, amigo

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  2. Hola Julio Alberto. Tu comentario toca un punto muy interesante del comportamiento de las hormigas y de otros insectos sociales. La respuesta de Solenopsis a determinados estímulos (en este caso la presencia de una obrera de Leptanilla) quizá no sea necesariamente, ni siempre, la misma. Dependerá del contexto, de la situación, de la actividad inmediatamente anterior al estímulo.
    Cabría la posibilidad -sorprendente- de que Leptanilla pasara desapercibida, olfativamente, a otras especies. Podría invocarse también el hecho de que todas las hormigas que aparecen en el video acaban de salir del agua, y que acaso la humedad altera la naturaleza de las sustancias que cubren la cutícula, o la capacidad sensorial de las antenas para percibirlas.
    Pero haciendo abstracción de ambas posibilidades, nos encontramos ante unas obreras de Solenopsis notablemente “alteradas”. Su nido bajo tierra ha desaparecido, carecen de reina, han estado flotando juntas durante varias horas… Al salir del agua sus requerimientos inmediatos distan de los que tendrían en condiciones normales. La reorganización a la que se ven abocadas establece filtros sensoriales: ahora, ciertos estímulos no desencadenarán respuestas.
    Ya en 1921 Cajal, en su artículo “Las sensaciones de las hormigas”, mencionó el ensimismamiento y el estado emocional como factores que provocan en las hormigas importantes cambios sensoriales y comportamentales. Transcribo a continuación uno de los párrafos:

    “Mencionemos en segundo lugar el fenómeno del ensimismamiento o distracción, comunísimo tanto en las obreras cargadas de botín como en las absorbidas en la construcción del nido; distracción observada también en otros insectos sociales y sobre la cual llamaron ya la atención hace tiempo Lubbock, Fabre y Forel.
    Recordemos además el estado emocional producido por las rudezas y violencias de la experimentación, o por la imposición de condiciones artificiales en pugna con hábitos arraigados. Todo insecto que se siente perseguido cae en el aturdimiento, la ofuscación y el pavor, que llegan en ocasiones en las hormigas hasta el punto de abandonar la presa, huir a campo traviesa, esconderse bajo las hierbas y desconocer, como atacadas de inhibición olfativa y visual, su propia pista, las cercanías del nido y hasta las aberturas de éste. Según es de presumir, semejante estado emocional comprende grados y matices, disipándose con más o menos rapidez, según las especies y los individuos. Hemos notado que las hormigas de tipo visual son las que se emocionan más fácilmente.En fin, para la justa interpretación de algunos hechos negativos, que a primera vista parecen implicar extremada penuria de ciertos sentidos, conviene tener presente que la hormiga suele guiarse en sus labores y pesquisas por la impresión sensorial dominante. Este comportamiento representa un ahorro de esfuerzo nervioso. Condúcese, pues, como nosotros, que para orientarnos bien lo fiamos todo a la vista, desdeñando o inadvirtiendo las impresiones táctiles, olfativas y la sensibilidad a las vibraciones mecánicas; impresiones de capital importancia, según es notorio, en la marcha de los ciegos”.

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